Un chicle para el corazón

El amor… El amor… El otro día un amigo me dijo que el amor es Roma (la palabra amor invertida) y que Roma se construyó de a poco. Es complicado el amor, muchos dicen que el amor es un sentimiento, otros dicen que es un conjunto de acciones amorosas hacia una persona con intenciones de vivir una eternidad juntos. Por otro lado están quienes dicen que el amor es una fantasía y que no existe. Entonces llegaríamos a pensar (si tenemos en cuenta que el amor es Roma) que Roma es un sentimiento, que Roma es acción amorosa, que Roma es una fantasía… Entonces que onda, ¿Roma existe? Supongamos que sí, por que si no le fleto la ilusión a más de uno.
Volviendo al tema y sin perder de vista el hilo transparente y resbaladizo de mi pensamiento, esto que se llama ¿De qué estábamos hablando? Ah, sí, del amor… El otro día miraba a una pareja en un Fast food que comían algo más que una hamburguesa con papas fritas ¿Vieron cuando la mamá pajarito le da de comer a sus hijos pajaritos? ¿Qué hacen? Les dan de comer la comida masticada ¿No? Bueno, entonces cambiemos los personajes: El otro día miraba en un Fast Food a dos pajaritos en un nidito que estaban comiendo de pico a pico. ¿Hace falta que aclare que se pasaban la comida de una boca a la otra? No ¿No?, creo que se entendió. Entonces me dio gracia lo gomosos que estaban, porque estaban gomosos, pegotes, eran dos plasticolas juntas, dos nudos enredados, dos bichos en una telaraña atrapados (y lo de bichos porque la ley de la naturaleza es así, no eran feos los chicos en cuestión) que estaban besándose frente a un espectáculo de niños en el pelotero. Debe ser que me resulta bizarro que, habiendo millones de lugares preparados para demostrar afecto físico, la gente elija una mesa frente a un pelotero de niños. De todas maneras, no es la cuestión. El tema es que a veces Roma esta que arde (si tenemos en cuenta que el amor existe y que es Roma) porque el fuego está en todas partes y a cualquier hora del día. Pero tampoco viene al caso contarles que el otro día estaba en la sucursal atendiendo a dos clientes y mientras terminaba la gestión se hicieron una inspección a fondo de lengua…
El tema está en que hoy estaba en el tren y mientras leía un libro (que tengo que terminar de leer urgente) escuché como una pareja se prometía amor eterno, y me acordé de la anécdota que publiqué hace poco titulada “El furgón de los jueves”, no porque está vez alguien le haya sido infiel al otro sino porque entre estas dos personas se notaba una conexión. Como que estas historias son polos opuestos. Se notaba manos trabajando el uno para el otro. Eran esas parejas que  están con los pies sobre la tierra pero súper enamorados. Será que hoy estoy sensible y alguna vez supe lo que es el amor, que me dio cierta nostalgia saber que todavía existe gente dedicada a hacer las cosas bien. Y creo que es la primera vez que plasmo un sentimiento verdadero en una anécdota. Donde dedico un simple párrafo a escribir lo que siento y lo que en algún momento espero sentir. Por eso estos días publique un estado en mi Facebook que decía: 

¿Será que decir "Te amo" es tan sencillo como no sentirlo? ¿Es tan sencillo no sentirlo y ser capaz de decirlo?

Secando un poco mis lágrimas, porque tampoco da para cursilerías y confesiones por este medio, para que después me revienten a preguntas, fue muy graciosa la acotación de mi querido compañero Maxi, que siempre me acerca hasta San Martín y Juan B. Justo con el auto a la salida de la facu, que dijo lo siguiente:

 “A veces, esas cosas se comportan como un chicle. Luego de masticarlo mucho ya pierde el gusto”

Fue en ese momento de la vida, esas situaciones donde la cabeza se abre, que me dí cuenta de varias cosas. Siempre estoy masticando chicle y los mastico hasta que se les vaya el gusto. Entonces:
1. Cabe destacar que si el amor es como un chicle y el chicle me gusta tanto, entonces el amor (aunque no parezca) me gusta.
2. Si el chicle lo mastico hasta que se le vaya el gusto, mas allá de que el chicle sea de menta (o sea que me gusta lo intenso),  no solo me gusta lo intenso sino que también lo desecho cuando ya no sirve… que mal que habla eso de mi.
3. Por más que el chicle lo mastique mucho, en algún momento va a perder el sabor, ¿El amor deja de existir?

Mi conclusión es sencilla, si esto del amor se comporta como un chicle que luego de masticarlo ya pierde el gusto… Entonces para no perder la idea del amor en mi vida, y lograr no perder el gusto de lo que estuve hablando toda la historia… Necesito un Beldent Infinit. Lástima que son caros…

4 comentarios:

Maximiliano De Pietro dijo...

"Caros... pero los mejores", diría un sabedor de refranes.
Tras meditar acerca de los chicles (y el amor)... Siempre se puede compartir un chicle y, depende del modo, puede resultar una experiencia intersante o asquerosa. Todo depende de con quien.
Al margen, aprendé de los que saben y aprovechá y hacé del amor lo mejor que este puede ser: Un lucro. Paso uno: Libro de autoayuda. Paso dos: Feria del Libro. Paso tres: Facturar. Al menos podrás llenarte de dinero y hacer como Dalí: darle un valor místico.
Saludos.
PD: ¡Muy lindo el lavado de cara del blog!
Me encantan las reacciones que uno puede tener. ¡Son todas positivas! (bueno, depende de que punto de vista...)

Nicolás A. Bajkó dijo...

Si el amor es como Roma:
Todos los caminos llevan a Roma, entonces todos los caminos llevan al amor
Roma es el ombligo del mundo, entonces el amor es el ombligo del mundo

Amar parece ser algo muy fácil para la mayoría, pero así como un día aman con locura, al día siguiente esa locura desaparece y el amor se va. Es mucho más fácil decir "te amo" que realmente sentirlo. Un profe nuestro el año pasado dijo: "Los que tienen serte aman una vez en la vida". Yo creo que se puede llegar a amar dos o hasta tres veces pero no mucho más que eso. El tema es que hoy se ha banalizado el amor, y eso nos hace mal a todos.
Mi definición del amor es la siguiente: “Cuando vos piensas en una persona o la ves, y sin que esa persona haga absolutamente nada, solo con ser y estar, y ese hecho de pensar en ella o verla te hace completamente feliz, entonces vos amas a esa persona”.
Saludos de alguién que no cree en el amor.

Re-p dijo...

Nicooo............
Tremendo! no conocía esa faceta amorosa tuya. Es complejo lo que decís. Me lleva a pensar que es un trabajo complicado que los vagos no están dispuestos a hacer.
Y si, amar una vez en la vida es tener mucha suerte.

Anónimo dijo...

"Si el amor es como Roma: todos los caminos llevan a Roma, entonces todos los caminos llevan al amor. Roma es el ombligo del mundo, entonces el amor es el ombligo del mundo."
Qué lógica más perfecta, pero…

Ha sido, es y será el motor del mundo. Más allá del sentido sarcástico que se le pueda dar, me parece algo tosco pensarlo como un chicle. ¿Si se mastica mucho se le pierde el gusto? ¿Hay que tener suerte para amar?
Creo que defenderé hasta el último día esta idea que sigue: el amor cambia todo el tiempo. ¿Por qué? Porque nosotros cambiamos todo el tiempo. ¿El amor que tenés hacia tu familia es el mismo que tenías hace dos años? ¿El que tenés hacia un amigo o amiga, o hacia tu mascota es el mismo? Definitivamente no. Entonces, el amor que le tenés a una pareja obviamente no será el mismo siempre. Y no es porque no tengamos idea de lo que queremos con él. Cada día es una experiencia nueva, cada día amamos más o menos a nuestro trabajo, a nuestros hobbys, a nuestra gente de años y a la que conocemos hace poco también. Y lo mismo pasa con el amor de una pareja ¿Evolución? Claro, o puede involución; al fin y al cabo, ambas significan cambio.
El amor vence barreras todo el tiempo, y también se las crea. Se anima a desnudarse de muchas maneras, se atreve a romper con los miedos, y a la vez, los retroalimenta.
Las parejas cambian porque el amor cambia. Como dije, evoluciona, y ésto es absolutamente necesario. Además, creo que necesita para subsistir una parte de nuestra mente y una parte de nuestro corazón. Necesita de ambos de ambos, ¿me explico? Si en la pareja maneja todo con la mente, todo se transforma en un plan, en una estrategia y todo se parece a un manual de instrucciones: el sexo, los hijos, los proyectos, etc. Y si, por el contrario, todo se maneja con el corazón, con las pasiones, todo se vuelve maravilloso pero inestable y se corre el riesgo de caer en situaciones absurdas y peligrosas: excelencia y sufrimiento básicamente, expresados en sus más variadas formas.
El amor cambia todo el tiempo y su cambio constante está íntimamente ligado con las experiencias, que no son otra cosa que la sumatoria de momentos de pasión, de sufrimiento, de soledad, de muchedumbre, de alegría.
Por mi parte, durante mucho, mucho tiempo creí que nunca más iba a poder enamorarme. Sin embargo, el año pasado alguien destrozó mi teoría en apenas cinco minutos. Diez años de reflexiones y conjeturas murieron en cinco minutos. Yo creía que nunca más iba a llegar otra vez a Roma y ella se me apareció de repente. Durante algunos meses me hospedé en sus suburbios, experimenté sus luces y sus sombras, fui feliz muchas veces en sus calles y las odié otras tantas, pero no me arrepiento de haber recorrido ninguna de ellas.
Por eso entendí que el amor es algo a lo cual hay que estar abierto todo el tiempo, pero al que no hay que pretender verlo llegar. De ninguna manera. Él nos tocará el hombro cuando menos lo esperemos. Hay que disfrutar de la gente que nos hace pensar, la que nos escucha, la que los acompaña, la que nos hace reir o entristecer, o sea, la gente que nos hace vivir, la que le da forma a nuestros momentos y, consecuentemente, a nuestras experiencia.
Y con esto termino: creo que sólo los valientes pueden amar, porque como escribí hace muy poco en algún Face “vivir es simplemente amar, porque amar es simplemente vivir”.

Ferka

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